Los efectos del cannabis: cómo el consumo prolongado impacta en cuerpo y mente

Durante años, el consumo de cannabis ha estado envuelto en debates, mitos y percepciones contradictorias. Para algunos, es una sustancia natural y terapéutica; para otros, una puerta a la dependencia y a los problemas psicológicos.

Sin embargo, cuando su consumo se vuelve prolongado y frecuente, el cuerpo y la mente comienzan a mostrar señales que no conviene ignorar. En este artículo exploraremos los efectos del consumo prolongado de cannabis y las diferencias entre hachís y marihuana, tanto a nivel físico como psicológico.

Cannabis, marihuana y hachís: ¿en qué se diferencian?

Aunque ambos provienen de la planta Cannabis sativa, no son lo mismo.

  • Marihuana: son las flores secas y trituradas de la planta. Su contenido en THC (tetrahidrocannabinol, el principal componente psicoactivo) suele rondar entre el 5% y el 20%.
  • Hachís: es una resina concentrada extraída de la planta, prensada en forma sólida. Su contenido en THC puede duplicar o triplicar el de la marihuana, llegando al 40% o más.

En resumen: el hachís tiene una concentración de THC mucho mayor, lo que provoca efectos más intensos y un riesgo superior de dependencia y alteraciones psicológicas.

Efectos inmediatos del cannabis en el organismo

Tras consumir cannabis, el THC llega rápidamente al cerebro a través de la sangre, donde se une a los receptores cannabinoides (CB1 y CB2) del sistema nervioso central. Esto produce efectos como:

  • Relajación y sensación de euforia
  • Distorsión temporal y sensorial
  • Aumento del apetito (“munchies”)
  • Sequedad bucal y ojos enrojecidos
  • Alteraciones de la coordinación y la memoria a corto plazo

Estos efectos suelen durar entre dos y cuatro horas, pero el THC puede permanecer en el organismo durante semanas, especialmente en consumidores habituales.

El consumo prolongado: lo que el cuerpo y el cerebro empiezan a pagar

Cuando el consumo se vuelve frecuente —diario o casi diario— el cuerpo y la mente comienzan a adaptarse a la presencia constante del THC. Esto puede generar cambios estructurales y funcionales.

1. A nivel cerebral

El consumo prolongado de cannabis afecta principalmente a las zonas implicadas en la motivación, la memoria y el control emocional (hipocampo, corteza prefrontal y sistema límbico).

  • Alteraciones cognitivas: dificultades para concentrarse, aprender o recordar información reciente.
  • Síndrome amotivacional: pérdida de interés, apatía y falta de iniciativa.
  • Desregulación emocional: aumento de la irritabilidad, ansiedad o tristeza cuando no se consume.
  • Cambios cerebrales: estudios de neuroimagen han detectado una reducción del volumen del hipocampo y una menor conectividad neuronal en consumidores crónicos.

Un estudio de la National Institute on Drug Abuse (NIDA, 2022) encontró que los adolescentes que consumen cannabis de manera regular presentan un menor rendimiento académico y una mayor probabilidad de desarrollar síntomas depresivos a largo plazo.

2. A nivel psicológico y emocional

El consumo frecuente altera el equilibrio neuroquímico del cerebro. El THC imita los endocannabinoides naturales —sustancias que regulan el placer, la memoria y el sueño— y acaba sustituyendo su función.

Esto puede generar:

  • Dependencia psicológica: necesidad de consumir para sentirse relajado o disfrutar de las actividades.
  • Ansiedad y ataques de pánico: especialmente cuando se interrumpe el consumo.
  • Aumento del riesgo de psicosis: en personas vulnerables o con antecedentes familiares de trastornos psicóticos.
  • Depresión y anhedonia: dificultad para experimentar placer de manera natural, debido a la desensibilización del sistema dopaminérgico.

Según un metaanálisis publicado en The Lancet Psychiatry (2020), el riesgo de psicosis es hasta cuatro veces mayor en consumidores diarios de cannabis de alta potencia en comparación con quienes no consumen.

3. Efectos del cannabis físicos a largo plazo

Aunque muchas personas asocian el cannabis solo con lo psicológico, también tiene consecuencias físicas significativas:

  • Problemas respiratorios: el humo del cannabis contiene tóxicos similares al tabaco, y fumar sin filtro agrava la irritación bronquial.
  • Aumento de la frecuencia cardíaca: lo que puede ser peligroso en personas con enfermedades cardíacas.
  • Trastornos del sueño: aunque al principio parece facilitar el descanso, a largo plazo altera el ciclo REM y puede generar insomnio.
  • Disminución de testosterona y fertilidad: el consumo prolongado puede afectar la producción hormonal y la calidad del esperma.

Mi reflexión: cuando la calma se vuelve cadena

Muchos consumidores comienzan con la idea de “solo relajarme un poco”, “solo los fines de semana”. Pero el cerebro aprende rápido, y cuando una sustancia ofrece bienestar inmediato, empieza a necesitarla para funcionar con normalidad. El cannabis no siempre genera dependencia física, pero sí emocional y funcional: se convierte en una herramienta para desconectar, evadir o dormir.

El problema es que, a largo plazo, el precio de esa calma es la desconexión de uno mismo. Lo que empezó como una ayuda se convierte en un obstáculo para sentir, concentrarse o disfrutar de forma natural.

La recuperación pasa por reconstruir esos circuitos internos de placer, motivación y calma —con tiempo, apoyo psicológico y una vida más conectada con lo real.

Conclusión sobre los efectos del cannabis

El consumo prolongado de cannabis, especialmente de hachís, tiene efectos que van mucho más allá del “estar colocado”. Afecta al cerebro, a las emociones, a la memoria y al cuerpo. Conocer sus riesgos no implica demonizar, sino comprender lo que ocurre dentro del organismo y tomar decisiones informadas.
La mente también necesita respirar aire limpio.


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Sobre el autor de este artículo

Javier Barreiro Santamarta es Licenciado en Psicología por la Universidad de Salamanca, Psicólogo General Sanitario en Salamanca colegiado nº CL-3735. Máster en Psicología Clínica cognitivo-conductual, Máster en Terapia Breve Centrada en Soluciones y Máster en Recursos Humanos.

Javier Barreiro

Javier Barreiro Santamarta es Licenciado en Psicología por la Universidad de Salamanca, Psicólogo General Sanitario en Salamanca colegiado nº CL-3735. Máster en Psicología Clínica cognitivo-conductual, Máster en Terapia Breve Centrada en Soluciones y Máster en Recursos Humanos.

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