Herencia educativa: lo que recibimos, lo que transmitimos

Cada familia transmite no solo genes, sino también normas, valores, estilos afectivos y maneras de educar. Esta herencia educativa se forma a través de generaciones, y aunque muchas veces es inconsciente, moldea profundamente cómo nos relacionamos con nuestros hijos e hijas.
En este artículo reflexionamos sobre cómo influye la educación que recibimos, por qué intentamos a veces romper con ese modelo, y cómo el lugar que ocupa cada hijo en la familia puede modificar el estilo educativo aplicado.

¿Reproducimos el modelo o lo transformamos?

Según la teoría del aprendizaje social de Bandura (1977), aprendemos observando e imitando los comportamientos de figuras significativas. Los padres y madres suelen reproducir pautas educativas aprendidas durante su propia infancia porque son el modelo más internalizado.
Sin embargo, muchas personas deciden romper con ese patrón, especialmente cuando la experiencia fue dolorosa o percibida como injusta. Este fenómeno se denomina a veces «ruptura generacional» o «revolución educativa interna«.

“No quiero que mis hijos pasen por lo que yo viví” es una frase que impulsa muchos procesos de cambio consciente.

Ahora bien, sin una revisión profunda, corremos el riesgo de movernos en un péndulo: pasar del autoritarismo a la permisividad extrema, sin encontrar un equilibrio.

El legado emocional: más allá de normas y rutinas

La teoría del apego de Bowlby (1969) nos muestra cómo las primeras relaciones vinculares forman un modelo interno de referencia sobre cómo amar, cuidar y relacionarse. Esta base emocional también se hereda y, si no se revisa, tiende a repetirse.

Ejemplos comunes:

  • Padres poco expresivos emocionalmente que luego crían hijos sin espacios para hablar de sentimientos.
  • Madres sobreprotectoras que perpetúan el miedo y la inseguridad sin pretenderlo.

Este legado emocional puede ser invisible pero poderoso. Incluso cuando cambiamos las formas externas, el fondo afectivo puede seguir cargado de inseguridades, miedos o necesidades no resueltas.

El orden de nacimiento: una variable que pesa en la herencia educativa

Desde la teoría de roles familiares y estudios como los de Alfred Adler, se ha observado que el orden de nacimiento influye en la forma en que los padres educan, así como en la percepción y comportamiento de los hijos.

  • El primogénito suele recibir más atención, más control y más expectativas. También es el hijo «con el que se aprende a ser padre o madre».
  • El segundo o tercero suele beneficiarse de una mayor flexibilidad, ya que los adultos ya no viven con tanta ansiedad cada decisión.
  • En muchos casos, los menores asumen roles más libres o buscan destacar por vías distintas al mayor (humor, creatividad, rebeldía…).

Esto no es una regla rígida, pero sí una dinámica que muchas familias reconocen al observar sus propias interacciones.

Claves para una educación consciente

Desde un enfoque sistémico familiar, lo importante para la herencia educativa, no es buscar una fórmula perfecta, sino hacer conscientes las dinámicas que hemos heredado y decidir qué queremos conservar, ajustar o soltar.

Algunas ideas prácticas:

  • Explora tu historia educativa: ¿Qué hacían tus padres que te dolía? ¿Qué te ayudó? ¿Qué tiendes a repetir?
  • Habla con tu pareja o entorno sobre las diferencias educativas que observáis. El diálogo permite evitar choques inconscientes.
  • Tolera la imperfección: educar también es equivocarse, rectificar y crecer junto a los hijos.
  • Adapta tu estilo a cada niño: no todos necesitan lo mismo, y eso no significa que lo hagas mal, sino que educas desde la sensibilidad y la presencia.

Conclusiones sobre la herencia educativa

La herencia educativa no es una condena, pero sí una influencia poderosa. Hacer consciente lo que traemos de nuestra propia infancia nos permite romper con automatismos y criar desde un lugar más libre, más flexible y más humano.
Educar no es borrar el pasado, sino construir desde él, eligiendo qué legado queremos dejar.


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Sobre el autor de este artículo

Javier Barreiro Santamarta es Licenciado en Psicología por la Universidad de Salamanca, Psicólogo General Sanitario en Salamanca colegiado nº CL-3735. Máster en Psicología Clínica cognitivo-conductual, Máster en Terapia Breve Centrada en Soluciones y Máster en Recursos Humanos.

Javier Barreiro

Javier Barreiro Santamarta es Licenciado en Psicología por la Universidad de Salamanca, Psicólogo General Sanitario en Salamanca colegiado nº CL-3735. Máster en Psicología Clínica cognitivo-conductual, Máster en Terapia Breve Centrada en Soluciones y Máster en Recursos Humanos.

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